martes, 12 de marzo de 2013

“ME GUSTA SER YO”. El desarrollo de la autoestima en los primeros años. Entrevista con la Dra. Jeree Pawl

No hay algo que le de más entusiasmo al niño que la sensación de tener control de su propio cuerpo o del mundo físico, lo que se hace con un cubo, cómo se rueda una pelota, todas estas cosas que a menudo se creen muy sencillas, a veces se pasan por alto, sobre todo en la gente que está muy preocupada de cómo aumentar la autoestima de su hijo o hija. Los niños desarrollan su propia autoestima, en primer lugar. Y nuestro trabajo consiste en entenderlos, amarlos y asegurarse de darles la oportunidad de hacer esas cosas.
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hay qué darse cuenta y reconocer la clase de niño que uno en realidad tiene y respetar eso. Tenemos la tendencia a pensar que, por mucho que adoremos al niño, si al menos fueran un poquito más de este modo o de este otro modo.... tenemos nuestras propias ideas sobre lo que sería tener exactamente un niño perfecto , y a veces superponemos esta imagen sobre nuestro hijo o hija. Entonces creo que hay qué reconocer la realidad de la dificultad que tiene nuestro hijo, y no pensar que de alguna manera el niño debería ser distinto.
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Creo que una trampa en la que es fácil caer como padres es el proyectar lo que uno siente, o lo que uno quiere que el niño sienta, y creo que este es el otro lado de la moneda, no respetar quién el niño en verdad es.
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Estoy acordándome de esta anécdota maravillosa en el libro de Peter Neubauer sobre los estudios con gemelos idénticos, que son separados al nacer y adoptados por diferentes familias. Y los investigadores fueron con una de las madres e hicieron una entrevistas profunda acerca de cómo era la niña, y cuando hablaron de sus hábitos de comer, la mamá estaba tan frustrada. Dijo: “La niña es imposible. No come nada. He intentado los fideos, el arroz. Lo he intentado todo y no come nada si no le pongo canela”. Y luego entrevistaron a la otra madre, quien dijo “La niña es fantástica” y le preguntaron “¿en verdad?”. ¿ no tiene ningún problema?” no, no. Absolutamente no, come de todo, Claro, tengo qué ponerle canela a todo”.
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Claves para interpretar los dibujos de los niños

Los dibujos son una de las mejores formas de expresión de los niños. A través de sus trazos podemos saber como son, lo que piensan y lo que sienten. Y los padres debemos aprender a interpretarlos si queremos conocerlos más a fondo.

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sábado, 2 de marzo de 2013

Sanando el Método Estivill Por Ramón Soler


Con relativa frecuencia, me llegan consultas de padres y madres preocupados por haberle aplicado a sus hijos el Método Estivill de adiestramiento del sueño. Cuando leen algunas entradas de este blog o asisten a los talleres que organizamos sobre el sueño infantil y se percatan de las nefastas consecuencias de este tipo de técnicas para enseñar a dormir a los niños, automáticamente, reviven atormentados aquellas situaciones en las que el desconocimiento y el agotamiento por la falta de descanso, les llevó a buscar una solución desesperada para conseguir que su bebé durmiera durante toda la noche.
Tras el nacimiento de un bebé, los padres (sobre todo, si son primerizos) reciben un continuo bombardeo de consejos y presiones de todo tipo sobre cómo deben cuidar a su hijo: ¿Es buena? ¿Aún duerme con vosotros? ¿Cuándo dormirá en su cuna? ¿Todavía toma teta? Todo el mundo, desde la suegra hasta el panadero de la esquina, se cree con potestad de opinar sobre cuestiones que les incumben únicamente a los padres. Si a este cuestionamiento, sin fin, de nuestras capacidades como madre y padre, le unimos el cansancio lógico y la convulsión que supone la transformación, tras la llegada del bebé a casa,  de las rutinas de la dinámica familiar, muchos padres se desesperan, se agotan y llegan a un punto de extrema vulnerabilidad emocional. Este es justo el momento preciso en el que algún opinólogo de su entorno aprovecha  para mencionar las bondades del susodicho método o, mejor aún, para aparecer por casa con el “Duérmete Niño” envuelto en un precioso papel de regalo. Estas personas alaban el método, comentan lo bien que les ha ido a sus propios hijos o a los de menganita y fulanita, prometen que si lo utilizan, los padres volverán a la normalidad anterior al nacimiento de sus hijos y para rematar la faena, aseguran que es un método muy famoso, que ha sido inventado por un médico por lo que tiene el marchamo de “científicamente probado”.
Cómo hemos visto más arriba, la falta de información, el agotamiento y las presiones familiares pueden llevar a muchos padres a aplicar el método propuesto por Estivill (recordemos que no es nada original, sino una copia de otros métodos anteriores).
LA CULPA
Cuando los padres entienden que lo que aprenden los bebés “estivilizados” no es a dormir, sino a callar, a someterse, a no quejarse cuando se despiertan, es normal que aparezca un enorme sentimiento de culpabilidad al imaginarse a sus propios hijos en esas situaciones.
No está de más, volver a explicar aquí que los métodos de adiestramiento del sueño, además de ser absurdos, puesto que dormir es un proceso evolutivo que todos los seres humanos aprenden por sí mismos, son muy dañinos. Estas técnicas, además de causar enormes perjuicios físicos, también provocan grandes daños emocionales en la psique del niño. Un niño que ha sido “domesticado” con uno de estos métodos, interioriza que no puede quejarse, que no puede pedir ayuda, que no va a ser ni cobijado, ni protegido, cuando lo necesita, por lo que acaba creando un patrón de comportamiento de sometimiento y repliegue se sobre sí mismo.
Cuando unos padres acuden a mí llevados por un enorme sentimiento de culpa por haber utilizado estás técnicas, lo primero que trato de transmitirles es la certeza de que nadie nos enseña a ser padres, cada uno de nosotros lo hacemos lo mejor que podemos según nuestras circunstancias y las propias vivencias que tuvimos en nuestra niñez. La mayoría de nuestras actitudes sobre la crianza están muy condicionadas por cómo fue nuestra propia infancia y por cómo nos trataron a nosotros cuando éramos pequeños. Por lo tanto, debemos comprender, asumir y trabajar las situaciones que nos llevaron a actuar como lo hicimos cuando nuestros hijos eran más pequeños. No debemos culparnos por nuestra ignorancia o por no haber podido luchar contra la marea de información que nos arrastraba en aquellos momentos de debilidad. Pero sí que debemos autocuestionarnos y esforzarnos para que nuestras propias vivencias negativas no vuelvan a ser causa de perjuicio para nuestros hijos.
Conozco a madres (y padres) que son excelentes personas y que aman a sus hijos con todo su corazón.Precisamente por ello, sienten un dolor casi físico cuando comprenden que han podido ser las causantes de algún tipo de sufrimiento a sus pequeños. Sin embargo, la culpa es un sentimiento autodestructivo que no lleva a ningún sitio. Lo que sí podemos hacer es reconocer los motivos que teníamos en aquel momento, asumir lo que pasó y, sobre todo, aprovechar todo lo que aprendemos en el presente para cambiar nuestra manera de pensar y no volver a repetir los mismos errores.
Recablear y sanar
Por fortuna, el cerebro humano es muy flexible y el daño que se pueda haber causado en algún momento pasado, casi siempre, puede ser sanado. Los neurólogos nos dicen que el cerebro, en función de las experiencias nuevas que vamos teniendo,  se transforma y cambia. Las emociones positivas ayudan a reforzar determinadas conexiones neuronales, mientras que, si dejamos de repetir los patrones negativos que hemos aprendido, poco a poco, éstos van perdiendo fuerza. Si utilizamos un símil, podemos decir que el cerebro se cablea de determinada manera siguiendo las experiencias que vivimos, pero que si las circunstancias y los impactos que recibimos cambian, las conexiones, o cableado neuronal, también.
Todas las muestras positivas de cariño que les demos a nuestros hijos sirven para reforzar su autoestima y su seguridad. Cogerles en brazos, mimarles, darles besos, abrazarles, decirles lo que les queremos, hablarles, escucharles con respeto, jugar con ellos, … son formas de ayudarles a compensar el trauma que pudo causarles sufrir el Método Estivill cuando eran pequeños. Nunca debemos escatimar las muestras de cariño a nuestros hijos, pero si, además, son niños que han sufrido algún tipo de carencia en su primera infancia, tenemos más motivo para ofrecerles todo el calor emocional que podamos. Sabemos que, de esta manera, les estamos dando la oportunidad de sanar y de sustituir sus redes neuronales negativas (introversión, sumisión, miedo…) por otras mucho más positivas.
Por otro lado, hablar con nuestros hijos de lo sucedido, siempre ayudará a sanar los daños que hayan podido recibir. Si eres capaz de explicarles cómo te encontrabas cuando ellos eran pequeños y las circunstancias que te llevaron a actuar con ellos como lo hiciste, ellos serán capaces de comprenderte. Quizás no tenías toda la información que tienes ahora, quizás tuviste demasiadas presiones externas (de familiares o de profesionales) y no contaste con el apoyo adecuado, quizás el agotamiento físico te llevó a optar por medidas desesperadas. Sea cual sea el motivo, seguro que hablarlo con tu hij@ os ayudará a ambos.
Ser honestos y sinceros con nuestros hijos nos ayudará a tener una relación mucho más cercana con ellos. Los niños no quieren unos padres perfectos, solo necesitan que se les quiera, se les respete y se les comprenda. Si asumimos nuestros errores frente a ellos y sienten que nuestras palabras y nuestros actos son sinceros, nos verán como seres humanos, con nuestras carencias y nuestras virtudes, pero sobre todo, les estaremos ofreciendo un modelo sano de resolver los conflictos, sabiendo rectificar y buscando siempre lo mejor para nuestros seres queridos.
Una pequeña aclaración.
Un motivo por el que he tardado en escribir esta entrada es porque no deseo que la idea de que, casi siempre, estemos a tiempo de rectificar nuestros errores en la crianza de nuestros hijos, sea tomada por nadie como excusa para infligirle daño a sus hijos con argumentos como: “entonces, si se puede cambiar el daño sufrido y la estructura del cerebro se modifica, da igual aplicar el Estivill que no aplicarlo” o “podemos dejarle llorar, ya lo compensaremos después cuando sea más mayor”…
No creo que sea necesario aclarar que aunque sea posible revertir, a nivel fisiológico, los daños provocados, esto no significa que el método sea inocuo. Los mimos, los abrazos y el amor de los padres pueden hacer verdaderos milagros, pero siempre será mucho mejor dormir junto a nuestro bebé desde el principio que dejarle solo en su habitación sufriendo unos enormes perjuicios emocionales, físicos y psíquicos.
Esta entrada pretende ser un apoyo para aquellos padres arrepentidos por haber dejado llorar solos a sus niños, no una justificación para aplicar alegremente cualquier versión del Crying it out (Ferber, Estivill, Verity, Spock …).
Texto: Ramón Soler

viernes, 1 de marzo de 2013

“Cómo ser un buen unschooler”, pero que podría ser “¿Cómo ser un buen padre”, o “Cómo ser una buena persona.”


http://criandocreando.com/blog/como-apoyar-a-tus-hijos-en-su-educacion


Cómo ser un buen Unschooler

Prólogo de Sandra Dodd: Pam Sorooshian ha escrito algo perfectamente impresionante, y sorprendentemente perfecto. Ella no le había puesto un título. Lo he llamado “Cómo ser un buen unschooler”, pero que podría ser “¿Cómo ser un buen padre”, o “Cómo ser una buena persona.” Es un resumen de algunos de los mejores conocimientos sobre unschooling de la pasada docena de años y mas . Esto ayudará a mejorar la vida de las familias en los próximos años.
Esto es algo que he publicado en la lista de HSC en respuesta a una discusión derivada de una pregunta acerca de cómo motivar a un niño a hacer las tareas escolares:

1.   Dale amor con generosidad y crítica con moderación.

Se socio de tus hijos. Apoyalos  y respetalos. Nunca menosprecies sus intereses, no importa lo superficial, sin importancia, o incluso erróneo que sus intereses te puedan parecer.
Se una guía, no un dictador. Enciende una luz delante de ellos, y préstales una mano, pero no los arrastres o empujes.
En ocasiones la desesperación cuando tu visión de lo que tu hijo debe ser  según tus expectativascontrasta  con la realidad de lo que ellos son. Pero esa misma realidad también puede darte una gran alegría si aprendes a no aferrarte a sus propias nociones preconcebidas y expectativas.

2. Los niños educados en el hogar que crecen en un ambiente estimulante y enriquecido rodeado de familiares y amigos que están generalmente interesados e interesantes, aprenderá todo tipo de cosas y en varias ocasiones te sorprenderá con lo que saben.

Si cuentan con el apoyo en el seguimiento de sus propias pasiones, se van a construir fortalezas sobre las fortalezas y van a sobresalir en sus propios caminos,  ya sea académico, artístico, deportivo, interpersonal, o cualquier dirección que el niño se desarrolle. Una cosa lleva a la otra. La pasión por jugar en la tierra a los seis años puede convertirse en una pasión por la protección del ambiente a los 16 años y una carrera como guardia forestal como un adulto. Uno nunca sabe donde finalmente conducirán los intereses infantiles. Ten cuidado de no aplastarlos, sino cultivarlos.

3. Trae el mundo a tus hijos y enseñale a tus  hijos el mundo.

Deléitate con lo que reúne a toda la familia. Vean la televisión y películas , escucha música y la radio. Ríanse juntos, lloren juntos, sorpréndanse  juntos. Analicen, critiquen y reflexionen juntos  sobre las experiencias. Observa lo que tu hijo ama y ofrécele más de lo mismo, no menos.  No te deje llevar por el miedo. Piensa por ti mismo sobre tu hijo en tu individualidad. No te dejes convencer por pseudostudios realizados en niños en edad escolar.

4. Rodea a tu hijo de letras y él / ella va a aprender a leer.

Lee con ellos, lee delante de ellos, ayúdalos, no los presiones. Permítales  aprender a su ritmo, se aprende a leer a veces de formas  muy divergentes, no hay mejor momento para todos los niños. Algunos aprenden a leer a los tres años y otros en 12 años o más incluso. No importa. Los niños que aún no están leyendo todavía están aprendiendo, apoye su aprendizaje en su propio camino.Empujar a los niños a tratar de aprender a leer antes de que estén listos en su desarrollo es probablemente una de las principales causas de  antipatía hacia la lectura a largo plazo, en el mejor de los casos, y discapacidades de lectura, en el peor de los casos.

5. No importa cuando.

Es perfectamente correcto que una persona pueda aprender todo sobre los dinosaurios cuando llegan a los 40 años de edad, no es necesario que lo aprendan cuando tienen nueve.  Es perfectamente correcto aprender a hacer divisiones largas a los 16 años de edad, que tampoco tienen que aprenderlas a los nueve, tampoco. No puede ser más difícil de aprender más cosas más adelante, de hecho es más fácil.


6. No te preocupes por lo rápido o lento que están aprendiendo.

No los pongas a prueba para ver si están “al nivel”. Si los crías en un ambiente de apoyo, tus hijos crecen y aprenden a su propio ritmo, y tu puedes confiar en ese proceso. Son como semillas plantadas en tierra buena, regada y fertilizada. Tu no sigues cavando hasta las semillas para ver si las raíces están creciendo – por que interrumpe el proceso natural de crecimiento. Confía en tus hijos de la misma manera que confías que las semillas germinan y se desarrollan en plantas fuertes y sanas.

7. Piensa en lo que es realmente importante y  mantenlo en primer lugar en las interacciones con sus hijos.

¿Qué valores esperas en ellos? No se puede “pasar” algo en lo que no des el ejemplo. Trátalos como quieres que traten a los demás. ¿Quieres respeto? Se respetuoso con ellos. ¿Quieres responsabilidad? Se responsable. Piensa en cómo te ven ellos, desde su perspectiva. ¿Das órdenes? Eres respetuoso? ¿Dices: “Voy, solo  un minuto”, y luego tomas 20 minutos más hablando con un amigo mientras los niños esperan? ¿Eso es ser responsable? Concéntrate más en tu propio comportamiento que en el suyo. Da mejores resultados


8. Deja que los niños aprendan.

No los protejas  o controles tanto que no se expongan a ninguna experiencia. Pero no utilices la excusa de “consecuencias naturales” para enseñarles una lección. Dales  un ejemplo de bondad y consideración. Si ves un juguete tirado no lo dejes allí para lo pisen, recógelo y déjalo a un lado porque eso es ser amable y atento y porque la bondad y la consideración son los valores que deseas en sus hijos. Las consecuencias naturales pasan,  son inevitables. Pero no es “natural” si pudieras haberlo evitado, pero optaste por no hacerlo.

9. No siempre podemos arreglar todo para nuestros hijos o salvarlos de cada herida.

Puede ser un delicado equilibrio, ¿cuándo debemos intervenir, cuando deberíamos permanecer fuera del camino? La empatía muchas veces puede ser todo lo que tu hijo necesita o quiere. Estáte dispuesto a ofrecer más, pero deja que su hijo sea la guía. Tal vez tu hijo quiere orientación, ideas, apoyo o intervención. Puede que no. A veces lo mejor que se puede ofrecer es la distracción.

10. Se sensible al nivel de interés del niño.

No obligues a tu hijo a participar en  actividades que no esté interesado en seguir. No dejes que tus  intereses  adultos  dictan las oportunidades de tu hijo.
Si tu niño quiere una mascota, se realista y no exijas promesas de que el niño se hará cargo solo  Haz planes cuando el interés se desvanezca. Hazlo alegremente. Modela la alegría de cuidar a los animales. Se un modelo de bondad y amabilidad.
Ayudar a tu niño a organizar sus juguetes. Pero invítalo a ayudar  de forma que resulte atractiva la actividad. Si actúas como si odias la organización y limpieza, ¿por qué tu niño va a querer hacerlo? Siempre disfruta abiertamente  de los resultados del cuidado de tus posesiones, toma nota del espacio extra para jugar, la facilidad de encontrar lo que quieres, lo bonito que es llegar a un armario y encontrar platos limpios. Disfruten de las tareas de la casa juntos y no que sean una batalla.


11. No heredes  tus propios miedos y odios.

Si odias las matemáticas, guárdalo para tí. Actúa como si fuera la cosa más divertida del mundo. Abrazarse y hacer matemáticas de la misma forma que se acurrucan  y leen juntos. Jueguen juegos, que sea divertido. Si  no puedes mantener tu propia negatividad en la bahía, por lo menos tratar de no hacer daño al quedarse fuera.

12. No trates de “hacer que los niños piensan”.

Ellos pensarán, no tienes que hacerlo por ellos. No utilices cualquier oportunidad para obligarlos a aprender algo. Ellos van a aprender algo en cada oportunidad, tu no tienes que forzarlo. No respondas a una pregunta diciendo que “lo investigue” o haciéndoles otra pregunta. Si sabes la respuesta, dásela. Si no lo sabes,  ayúdalos a encontrarlo. Especular sobre las respuestas a menudo conduce a una buena conversación. Si tu hijo deja de ver que eres útil  cuando se tienen dudas, van a dejar de venir con sus preguntas. ¿Es eso lo que realmente quieres?

13. Ofrece opciones reales.

Ofréceles opciones tantas veces como puedas. Trate de limitar el “tener que” todo lo que puedas. Frecuentemente se pregunta: “¿Es esto realmente un” tener que ” ante la situación o podemos encontrar algunas opciones aquí?”