jueves, 5 de diciembre de 2013

5 EXPERIMENTOS CIENTÍFICOS QUE TÚ Y TUS HIJOS PUEDEN HACER EN CASA


5 experimentos sencillos para que tu hijo descubra el mundo.

1. Erupciones de bicarbonato de sodio y limón
Mucho menos oloroso que las erupciones de vinagre y levadura, este experimento sólo requiere bicarbonato de sodio, jugo de limón y colorante vegetal.
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Aprendizaje: el bicarbonato de sodio y el ácido cítrico crea una reacción endotérmica mientras libera dióxido de carbono en forma de burbujas.


2. Hacer cristales hermosos que te puedes comer
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Aprendizaje: el agua se evapora. Los cristales no. El azúcar cae en la solución  y  se separa del agua.

3. Tinta invisible
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Aprendizaje: el jugo de limón es lo suficientemente ácido para resistir la oxidación al aire libre pero con un poco de calor se oxida y la tinta se puede ver.

4. Caminar sobre huevos
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Aprendizaje: la estructura importa. Aunque los huevos sean frágiles, su forma les da una resistencia notable, siempre y cuando el peso se reparta bien.

5. líquido y sólido
Disuelve fécula de maíz en agua, puedes añadirle algún colorante. Observa cómo se vuelve sólido y líquido a la vez. Puedes poner música y observar las ondas de sonido sobre la mezcla.
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Aprendizaje: la existencia de las ondas sonoras, estados de la materia.

jueves, 28 de noviembre de 2013

silla de pensar...

Una silla es un asiento con respaldo, por lo general de 4 patas, en el que solo cabe una persona (o un cerebro). Es una definición sencilla. Definir “pensar” ya es más complicado, ya que es algo no observable. Es un término relacionado con la inteligencia, con tomar decisiones, con reflexionar, opinar, analizar, producir ideas, planificar, organizar, predecir, anticipar, imaginar…
Yo ahora mismo estoy pensando, y estoy en una silla. ¿Estoy utilizando la técnica de la silla de pensar? Yo creo que no, puesto que hay una gran diferencia: lo he elegido. Y cuando se manda a un niño/a a pensar a una silla lo eligen los adultos. El niño/a no lo decide.
Yo soy un defensor de ayudar a pensar a los niños/as, adaptándonos a su desarrollo cognitivo. La aparición del lenguaje es uno de los principales hitos del desarrollo, ya que sin lenguaje no hay pensamiento. Potenciar el lenguaje interior de los niños/as, sus pensamientos, es fundamental para madurar y crecer de forma inteligente. Cuando un niño/a aprende a hablarse a sí mismo, ya es libre.
Hay que dejar que los niños/as se hablen a sí mismos, ya sea en una silla, en la cama, andando o merendando. Pero a su ritmo, con sus tiempos, sin forzar.  Todo lo que ya puedan analizar, sacar conclusiones, valorar, enjuiciar, crear… que lo hagan. Cuando desde fuera nos excedemos en explicaciones, argumentos, reflexiones, intentar convencer… mal asunto. Yo siempre digo a los padres, cuanto más funciona tu cerebro, menos funciona el de tu hijo/a. Los sermones, las charlas, eso que ya has contado a tu hijo/a varias veces, infantiliza, no potencia su pensamiento, ni su aprendizaje y maduración.
Las familias que usan la silla de pensar lo utilizan cuando surgen conflictos, y la alteración emocional normalmente campea a sus anchas. O el niño/a está enfadado, o los padres están enfadados, o ambos están enfadados. Cuando se utiliza la silla de pensar existiendo este descontrol emocional, se desconoce por completo el funcionamiento de nuestro cerebro. Es imposible “pensar” cuando tu cerebro está invadido por la ira. Cuando se está enfadado sólo te vienen a la cabeza pensamientos relacionados con la injusticia  (¿cuántas veces hemos odio decir “esto es injusto”?). Sólo nos funciona la parte cerebral más antigua, la del instinto y la supervivencia, la de la defensa. Es como si el cerebro estuviera reducido, secuestrado por la ira. Mandar a alguien a pensar en esa situación, sea en una silla o en la lámpara del salón, es absurdo.
Simplemente piensa cuando estás muy enfadado por algo, y alguien te dice, aunque sea con ternura y delicadeza, “anda, siéntate ahí y piénsatelo”. Pues eso, es fácil que le mandes a freír monas. Tú decides cuando pensar y dónde.
Ante los conflictos con los niños/as, los que se tienen que ir a pensar (sea en una silla o no), como mucho, son los padres. Cuando un niño provoca, se enfada, se altera, suele tener razón. Algo hemos hecho mal los adultos, alguna contradicción entre lo que pensamos, decimos o hacemos. Los niños/as se enfadan cuando detectan incoherencias, imprevistos, inseguridades. En lugar de llevar a tu hijo/a a pensar a una silla, déjale pensar lo que quiera donde quiera, atiende al plano emocional, y aprovecha para analizar qué ha pasado. ¿Estaba yo enfadado? ¿Cómo le he dicho lo que le he dicho? ¿Le he dicho una cosa y estoy haciendo otra? ¿Le he trasmitido mensajes de confianza? ¿He sido respetuoso? ¿Estoy entendiendo su malestar? ¿Me he excedido en mis argumentos? ¿Estoy imponiendo lo que tiene que pensar? ¿Estoy enjuiciando su actuación? ¿Le estoy diciendo algo que ya ha escuchado cientos de veces? ¿Le estoy diciendo continuamente lo que tiene que hacer?
Si establecemos pautas educativas coherentes, respetuosas, creíbles, predecibles, empáticas… fortalecemos esa seguridad que necesitan nuestros hijos/as para crecer, tomar decisiones, pensar… y no hace falta poner a ese cerebro en un asiento con respaldo, por lo general de 4 patas, ni inventarnos la cómoda de la reflexión, ni el sofá de la anticipación, ni el perchero de la creatividad, ni la alacena de la planificación, ni la mesa de la atención, ni el escritorio del control inhibitorio, ni la alfombra de la inteligencia…
http://www.pedagogiablanca.com/2013/12/02/realmente-necesitamos-una-silla-para-pensar/

http://www.abc.es/familia-padres-hijos/20131213/abci-silla-pensar-201312131207.html
http://www.amormaternal.com/2012/01/silla-de-pensar-no.html



"Si yo estuviera en un aula de 3-4-5 tendría claro que una de mis prioridades sería hacer un rincón...sí...otro más...el rincón de las Emociones y habilidades sociales o comunicativas ( Que en especial se lleva mucho pero en Infantil parece que no hace falta) Un rincón para hablar cada día de sus conflictos personales, de cómo se encuentran y de cómo se sienten ante determinadas actitudes o cosas que hayan pasado a lo largo del día en el que todos puedan hablar, no una asamblea para ver que dia hace no sino una asamblea para saber cómo se sienten. Intentaría representarlo con un muñeco con un bocadillo de pensar en el que su emoción cambiara en función de las incidencias del día ( positivas o negativas) y dentro de ese bocadillo de pensar pudieramos colocar fotos o imagenes sobre lo sucedido en el aula y lo que le ha hecho sentir a ese personaje, para trabajar así la empatía. Pero para mi lo mas importante no es actuar sino prevenir....por lo que lo principal es trabajar con ellos las emociones, ¿ Que es estar enfadado o furioso? ¿ Por que me pasa? ¿ Que me pasa? ¿ Que puedo hacer si me enfado? Intentar darles una guia para saber que hacer con esas emociones que no saben controlar, lo que pueden hacer si se enfadan con otros o se sienten tristes o contentos y lo que no se puede hacer hacia los demás, Creo realmente que en la prevención y la educación emocional se encuentra la clave de una clase sana emocionalmente"

Pensar no puede ser un castigo! Es algo maravilloso! Un niño pequeño no "piensa" por él solo si lo que ha hecho era correcto, o sobre cómo puede expresarse. Un niño en la "silla de pensar" se siente triste, apartado, herido y no querido. Necesita que el adulto le guíe con preguntas/reflexiones, para saber qué esperamos de él y qué es correcto o no. Y además no aprende nada, sólo que los que le apartan no le quieren, que es "malo", y no hay niños malos!, sino etiquetados y dañados emocionalmente que necesitan amor, límites y normas. Para que los niños comprendan qué comportamiento es el adecuado, debemos ayudarles a corregir el comportamiento incorrecto ofreciéndoles estrategias para serenarse hasta que puedan escucharnos y atendernos con claridad, y guiarlos después con nuestras preguntas/reflexiones y ejemplos de cómo deberían haber actuado. Y así me gustaría que actuaran los profesores.

miércoles, 30 de octubre de 2013

las cosas que si debes decir a tu hijo - gema lendoiro

Lo que piense cada niño de sí mismo dependen de los mensajes que le den los padres. También su autoestima, el hecho de sentirse querido o valorado, la confianza en sí mismo, su propia motivación... El desarrollo positivo de los hijos están en sintonía con los gestos de afecto, dedicación, frases, palabras y comentarios que los padres les dirijan cada día. Practicar el refuerzo positivo hace más feliz a los niños. Y solo hay que educar basándose en hacer énfasis en las cosas buenas que hacen a diario.
Mónica Serrano Muñoz explica las cosas que sí se deben decir a los hijos para se desarrollen de forma feliz y positiva. Ella es psicóloga, especialista en acompañamiento psicológico y emocional de personas que se encuentran en etapas de su vida relacionadas con el ámbito perinatal. Posee formación específica de doula y en asesora de lactancia. Es la autora del Blog Psicología Infantil y Crianza con Apego y formadora experta de Pedagogía Blanca. Actualmente ofrece formación (presencial y on line) para padres y profesionales sobre temas relacionados con la maternidad y crianza respetuosa.

Mensajes reconfortantes

Con un ejemplo Mónica Serrano ilustra los beneficios que aporta enviar mensajes positivos a nuestros hijos: «Para comprender la importancia de los comentarios positivos —dice— hacia nuestros hijos, vamos a reflexionar primero sobre una cuestión: ¿Qué comentarios os gusta a vosotros recibir de parte de vuestra pareja, amigos o jefes? Seguramente todos estemos pensando frases parecidas: te quiero, qué bien lo has hecho, me encanta estar contigo...».
Puesto que una importante parcela de lo que nosotros pensamos sobre nosotros mismos parte de la información que recibimos de los demás, a todos nos gusta que nos transmitan el valor que tenemos para otras personas. Estoconstituye un refuerzo a nuestra autoestima que resulta muy reconfortante.
En el caso de los niños pequeños, su identidad personal, su autoconcepto y su autoestima están en pleno proceso de desarrollo. Estos aspectos de la personalidad del niño son el resultado de un proceso activo de construcción por su parte a lo largo de todo su desarrollo. Inicialmente, el autoconcepto de los niños suele basarse en la información que extrae de experiencias concretas y aisladas, basándose en evidencias externas y cambiantes.
Así pues, la información y valoración que de sus actos reciben del exterior son la base de la construcción del autoconcepto y la autoestima de los niños. Además, es importante no dar por hecho que nuestros hijos conocen nuestros sentimientos y lo que pensamos de ellos, pues el niño pequeño basa su conocimiento en su experiencia concreta sobre el mundo. No es hasta más adelante cuando su nivel de desarrollo le permitirá hacer inferencias, captar estados emocionales sutiles e interpretar situaciones abstractas.

Seis hábitos para que crezcan felices

—Por ello, los comentarios positivos que los niños reciben por parte de sus padres son esenciales para la construcción de un autoconcepto y una autoestima positiva. En este sentido, se hace imprescindible transmitir de forma explícita nuestras emociones y valoraciones hacia nuestros hijos.
—Nosotros sabemos lo mucho que queremos a nuestros hijos. Se lo demostramos a diario con nuestros juegos, cuidados y acompañamiento. Sin embargo, es importante verbalizar un «Te quiero». De este modo estamos transmitiendo de manera inequívoca nuestros sentimientos y así los recibe el niño.
—Es fundamental expresar a los niños comentarios que refuercen su sensación de autoeficacia: «Tú puedes» o «lo vas a hacer muy bien» son comentarios que transmiten al niño nuestra confianza en sus capacidades, lo cual incrementa su confianza en sí mismo y le motiva a seguir adelante.
—Es importante, no obstante, transmitir un optimismo realista, sin caer en la exigencia de acciones o actitudes para las que todavía no están preparados.
—Además, es esencial transmitir al niño su valía personal, que son personas únicas, importantes y maravillosas y que a nosotros nos hace enormemente felices ser sus madres/padres y que ellos sean nuestros hijos.
—Dedicar un tiempo cada día a comunicarnos positivamente con nuestros hijos es una experiencia muy satisfactoria, enriquecedora y beneficiosa para toda la familia.

jueves, 17 de octubre de 2013

Paradigmas de la educación: Entrevistas a Roger Schank

Roger C. Schank es un crítico severo del sistema educativo actual y uno de los principales investigadores del mundo en Inteligencia Artificial, Teoría del Aprendizaje y en la construcción de entornos virtuales de enseñanza. Durante 35 años, fue profesor de Universidades como Standford, Yale y Northwestern. Ahora está empeñado en acabar con el actual sistema educativo, y ofrece sistemas alternativos de aprendizaje desde su compañía Socratic Arts y su organización sin ánimo de lucro, Engines for Education. En la parte inferior, encontrarán una entrevista en video recién subtitulada. Gracias a exponentecero por la recomendación en su blog.

PERIODISTA ¿Por qué, si es tan obvio que “aprender haciendo” es la mejor forma de enseñanza, nadie hace nada para cambiar el sistema educativo y adaptarlo a ese concepto?
ROGER SCHANK: Es bastante difícil enseñar mediante el “aprender haciendo”. Si 30 niños aprenden de esta forma, todos tendrán distintas necesidades y problemas a los que debe enfrentarse el profesor al mismo tiempo. Y todos pueden ir en distintas direcciones, según los intereses de cada uno. El problema es el aula. Cuando hay aulas y un maestro al frente, aprender haciendo es casi imposible. Cambiar esto significa prescindir de las aulas, así como de la idea de un profesor de pie delante de 30 niños, que sabe qué es verdad y te lo va a contar. Este cambio resulta inconcebible para los colegios. Aprender haciendo implica tener un objetivo que conseguir. Los niños deben intentar hacer algo. ¿Qué intentan en el colegio? Sobre todo, aprobar exámenes y conseguir buenas notas. La cuestión es si esa es una habilidad que merezca la pena enseñar.

PERIODISTA: ¿Quién tiene la culpa del sistema educativo? ¿Los gobiernos?
ROGER SCHANK: Por supuesto, tienen la culpa los gobiernos. Los políticos nunca se han preocupado de educar realmente a los niños, ni nunca lo harán. Todos hablan de educación porque así consiguen votos, pero un electorado verdaderamente preparado haría preguntas difíciles a los políticos, y les complicaría la vida. Los votantes tontos son más fáciles de tratar. Más aún, los adultos tontos hacen los trabajos serviles, y los gobiernos siempre están preocupados por no tener suficientes trabajadores serviles, como los soldados, para cumplir sus órdenes. Los gobiernos represivos enseñan la verdad que quieren que conozcan los ciudadanos. Los gobiernos controlados por grandes empresas enseñan a los estudiantes a convertirse en empleados dóciles. No muchos gobiernos quieren realmente enseñar a los estudiantes a pensar por sí mismos.

PERIODISTA: ¿Y los profesores? ¿Tienen algo que ver?
ROGER SCHANK: Los profesores no tienen la culpa. Han aprendido a vivir en un sistema tonto, pero normalmente empiezan con grandes ideales y aprenden a adaptarse. Podrán aprender a enseñar de una nueva manera cuando exista una nueva manera.

PERIODISTA: ¿Quién decide qué tenemos que estudiar y cómo?
ROGER SCHANK: Es una pregunta muy interesante. La respuesta, sorprendentemente, es ‘nadie’. Todo se decidió hace mucho tiempo y nadie puede cambiarlo. Y, lo que es peor, hay grupos de presión que quieren dejarlo igual, y son muy fuertes. Editores de libros de texto, preparadores de exámenes, profesores y muchos otros tienen un gran interés en que todo siga igual. Sólo tienes que intentar eliminar el álgebra o la trigonometría del plan de estudios de cualquier escuela secundaria del mundo. El clamor sería estruendoso. Esto es cierto incluso teniendo en cuenta que casi nadie recuerda nada de esos temas una vez terminado el colegio. No lo recuerdan porque es inútil y el 99,9 % de los adultos nunca lo ha utilizado. Y no, no te enseña a pensar. Si queremos enseñar a la gente a pensar podríamos investigar buenas maneras de hacerlo.

PERIODISTA: Tenemos el mismo sistema educativo desde hace cientos de años…
ROGER SCHANK: Miles de años. Los críticos romanos se quejaban de que el colegio era irrelevante e inútil. Platón señalaba que la gente aprendía haciendo; argumentaba contra el sistema existente en Grecia. Montaigne se quejaba sobre el sistema francés, Locke sobre el inglés, Einstein sobre el alemán. Nadie escuchaba.

PERIODISTA: John Taylor Gatto, John Holt, Jerry Mintz son algunos de esos revolucionarios de la educación. ¿Tienen algo en común?
ROGER SCHANK: Normalmente, los demás son ex-profesores que ven lo terrible que es el sistema. Pero no son teóricos del aprendizaje, luego no se preguntan por qué las asignaturas son como son. Aceptan que los niños no aprenden matemáticas ni literatura, sin preguntarse por qué se enseñan esas asignaturas, para empezar. Además, como normalmente no tienen formación informática, no asimilan que la solución debe estar basada en los ordenadores para que el cambio sea amplio. Internet puede cambiarlo todo al proporcionar una experiencia de alta calidad a todo el mundo. Por supuesto, lo que se ha visto hasta ahora es el vino de siempre en una nueva botella.

PERIODISTA: ¿Cuáles son los enemigos en la batalla para acabar con la mala educación?
ROGER SCHANK: Los políticos son el principal enemigo. Cada vez están más involucrados en los exámenes, y por tanto en estropear la educación. Las universidades son el otro gran problema. Establecen criterios de admisión que no permiten a los graduados de escuelas secundarias alternativas acceder con facilidad. Esto asusta a los padres y hace que no prueben alternativas que podrían ser mejores para sus hijos.

PERIODISTA: Eres famoso también por ser políticamente incorrecto. ¿No es un papel duro y cansado?
ROGER SCHANK: No. Es fácil para mí, de hecho algo natural. Tengo muchos fans.

PERIODISTA: ¿Pero por qué lo haces?
ROGER SCHANK: Porque es importante hacerlo. Demasiados niños brillantes y motivados se vuelven adultos infelices porque les aterrorizaban las matemáticas, o los profesores, u otros niños, o tenían algo que les gustaba hacer y no era el colegio. Me preocupan esos niños. Y vivimos en democracias donde todos pueden votar. Cuando todo el mundo está sin preparar, votarán de una manera simplista. Puede que funcione para los políticos, pero no funciona para el mundo.

PERIODISTA: ¿Cuáles son tus planes? ¿Qué crees que vas a conseguir?
ROGER SCHANK: Voy a construir un sistema educativo del que los niños realmente quieran formar parte cada día. La gente será más feliz. El mundo será más seguro porque todos seremos capaces de entendernos mejor. La economía del mundo funcionará mejor porque los empleados entenderán realmente cómo hacer bien sus trabajos.

PERIODISTA: ¿Por qué crees que no hay nadie más que se atreva a seguir tus pasos?
ROGER SCHANK: Hace falta entender de una manera profunda cómo el aprendizaje, la memoria y la comprensión funcionan en las personas. Y es necesario entender cómo utilizar de la mejor forma posible la tecnología informática actual. No todo el mundo lo sabe. Además, si no eres miembro del ‘establishment’ universitario, te derribarán los que están a cargo del sistema. Mis credenciales me proporcionan credibilidad.

PERIODISTA: ¿Estás a favor del aprendizaje natural? Me refiero a que si crees que los niños deberían aprender aquello por lo que se sientan interesados y no lo que les imponen.
ROGER SCHANK: Estoy a favor de que los niños aprendan sobre lo que les interesa bajo la guía de expertos y profesores que les indiquen direcciones razonables. El plan de estudios de talla única debe desaparecer. Los planes de estudio que están en línea solucionan ese problema. Los niños pueden avanzar a su propio paso. Esto es muy difícil de hacer en un aula tradicional. Si hay miles de niños en todo el mundo trabajando en asuntos parecidos, podemos encontrarles compañeros cuando estén listos para hacerlo.

PERIODISTA: ¿Es tan importante que los alumnos estén agrupados siempre según la edad?
ROGER SCHANK: No. De hecho, es probablemente una mala idea.

PERIODISTA: ¿Y qué hay de los diferentes tipos de “mentes”? Recientemente, ha habido un número creciente de diagnósticos de niños con síndrome de Asperger, con trastorno por déficit de atención, etc. Son niños que comparten la misma clase pero no las mismas inquietudes o necesidades que sus compañeros. ¿Cómo crees que debería abordarse este problema?
ROGER SCHANK: Tenemos que dejar de pensar que si a un niño se le dan mal las matemáticas eso significa que tiene un problema de aprendizaje, y empezar a preguntarnos qué es lo que hace bien y permitirle mejorar en eso. Tenemos que dejar de drogar a los niños con Ritalin porque no pueden sentarse quietos y concentrarse, y dejar de pedirles que hagan algo que es tan poco natural para ellos. Dejemos a los niños ser como son y enseñémosles en ese contexto, haciéndoles mejores en sus inclinaciones naturales.

PERIODISTA: ¿Por qué existe el acoso escolar? ¿Es algo inherente al ser humano?
ROGER SCHANK: La escuela ayuda a reforzar muchos malos comportamientos. No creo que los colegios deban existir. Los niños necesitan aprender en contextos más fáciles, que no sean tan traumáticos.

PERIODISTA: Si queremos llegar hasta el final de los estudios, tenemos que pasar, año tras año, por una serie de asignaturas obligatorias que van en bloque y son comunes a todos los alumnos. ¿A quién beneficia este sistema?
ROGER SCHANK: Hace mucho tiempo, antes de Internet y de la posibilidad de múltiples opciones para los estudiantes, las escuelas secundarias realmente no podían cambiar. ¿Cómo podías proporcionar opciones a los estudiantes sin añadir grandes costes y muchos más profesores? Ahora ya no hay ese problema. Podemos hacer un plan de estudios una vez y puede utilizarlo cualquier persona del mundo. Sin embargo, el colegio no puede cambiar porque los gobiernos no entienden en absoluto lo que hay que hacer.

PERIODISTA: La escuela en casa es un sistema bastante extendido en EE.UU. ¿Qué opinas del homeschooling?
ROGER SCHANK: Me gusta la idea de la escuela en casa. Pero, al final, siguen enseñando a los niños el mismo plan de estudios y el Estado sigue diciendo en muchos casos qué asignaturas tienen que enseñar. La escuela en casa arregla uno de los problemas importantes de los colegios: que los colegios y los profesores hacen que los niños se sientan mal consigo mismos. También apunta a otro asunto– el tiempo. Los padres que enseñan en casa pueden ir mucho más rápido en el plan de estudios normal, y así pueden enseñar temas mucho más interesantes a su propia manera con el tiempo extra.

PERIODISTA: ¿Para qué sirve la escuela tradicional? ¿Qué se aprende en ella?
ROGER SCHANK: Todo el colegio es una pérdida de tiempo si piensas que su papel es realmente el aprendizaje. La educación más importante ocurre en casa o en el trabajo. La mayoría de lo que se aprende en el colegio se olvida. Lo que sí aprenden los niños en el colegio es cómo tratar con otros niños, con la autoridad, con las normas, etc. Muchas veces, un mal profesor es el que es mezquino o descuidado en su trato con la gente. Esos profesores deberían ser despedidos, porque su papel principal, en mi opinión, es apoyar a los niños.

PERIODISTA: En la actualidad, se habla de que hay muchos profesores desmotivados y muchos que no son vocacionales. En muchas carreras universitarias, las únicas salidas laborales son la enseñanza. ¿No hay mucho desnivel entre la cantidad de alumnos y el número de profesores con ganas de hacer una buena enseñanza?
ROGER SCHANK: Enseñar es un trabajo terrible. No consigue respeto y la escuela no permite a los profesores ser bueno en lo que hacen de ninguna forma real. Necesitamos convertir la enseñanza en supervisión. La supervisión sólo puede hacerse en un plan de estudios en el que los niños están intentando conseguir algo, y realmente quieren hacerlo. Los mentores pueden ayudarles a conseguirlo. La supervisión puede ser muy gratificante, pero el sistema tiene que cambiar radicalmente para que esto ocurra.

PERIODISTA: ¿Algún consejo final para los padres? Puedes darnos alguna buena noticia sobre el futuro de la educación. ¿Hay alguna solución? ¿Hay algo que podamos hacer?
ROGER SCHANK: Ha habido colegios buenos en muchas partes a lo largo de los siglos. El problema es el sistema, no los colegios en particular. Puede haber buenos profesores y buenas experiencias en el colegio, pero son la excepción y no la regla. La buena noticia es Internet. Podemos crear buenas experiencias educativas e inmediatamente permitir a cualquier niño del mundo participar en esas experiencias. Un plan de estudios bien construido una vez puede utilizarse en todos los colegios y hogares del mundo mientras haya mentores en línea para ayudar. ¿Podemos hacerlo? Seguro que sí. Convence a tu gobierno de que construya un puente menos o un misil menos y tendremos el dinero necesario. El gobierno es el problema, y no porque sea malo sino porque no tiene ni idea y es rehén de intereses muy poderosos que quieren impedir el cambio. Los millonarios hablan de ayudar pero siempre se refieren a enseñar las antiguas asignaturas de alguna forma nueva que mejore las puntuaciones. El objetivo no son las notas de los exámenes, sino la felicidad. La felicidad proviene de una vida emocionante, que incorpora habilidades laborales, capacidad de razonamiento, capacidades personales, y no incluye fórmulas matemáticas ni obras literarias que consideran sagradas las distintas culturas. Tenemos que enseñar lo que importa hoy en día. Dejemos de convertir a los niños en intelectuales y hagamos que sean ciudadanos de provecho. 


sábado, 5 de octubre de 2013

BORIS CYRULNIK, PADRE DE LA RESILIENCIA Las claves para superar las adversidades del psiquiatra víctima del Holocausto nazi

“La presencia parental es muy importante para el desarrollo neuronal de los bebés. Si la madre y el padre no pueden atenderlo porque tienen que trabajar, los niños no serán emocionalmente estables y tendrán más posibilidades de sufrir depresiones durante la adolescencia. Al mismo tiempo pensarán más en la idea de la muerte, una premisa previa a los suicidios”

La edad a la que se comienza a acudir a la escuela debería retrasarse, sobre todo en el caso de los niños con una presencia parental deficiente, al menos hasta que estén bien formados emocionalmente y con unos lazos familiares fuertes y estables" que, lógicamente, no todos los niños desarrollan a la vez, matiza Cyrulnik.

“La teoría y la práctica han demostrado que si no existen notas, por lo menos hasta los 14 años, los resultados escolares son mucho mejores, además de que se evitan angustias y problemas psíquicos”. Esto es porque la angustia, el estrés y la depresión paralizan tanto las capacidades cognitivas como las emocionales.

“Somos seres sociales y el conflicto individual puede surgir de la confrontación con ciertos aspectos socioculturales. Si estos se afrontan de manera colectiva y desde la positividad, la resiliencia será de mejor calidad

“Cuando quien supuestamente te protege, ya sean tus padres, tu pareja o tu Estado, es el mismo que te agrede, la resiliencia será mucho más difícil”

ver la entrevista completa aquí...

miércoles, 25 de septiembre de 2013

El TRABAJO INFANTIL...Edward Palmer Thompson: “La formación de la clase obrera en Inglaterra” (1962)


El TRABAJO INFANTIL no era una cosa nueva. El niño era parte intrínseca de la economía agrícola e industrial (...) La forma predominante de trabajo infantil [antes de la Revolución industrial] era en casa o en el marco de una economía familiar. Los niños más pequeños, de tres o cuatro años en adelante, podían ser empleados en pequeños recados (...)
En todos los hogares las muchachas se ocupaban decocer el pan, preparar malta de cerveza, lavar y otras labores.
En la agricultura, los niños (...) trabajaban en el campo hiciera el tiempo que hiciera, y si no, en la granja. Pero comparado con el sistema de fábrica las diferencias son considerables. En casa o en el campo las faenas eran variadas (y ya se sabe que la monotonía es particularmente cruel para los niños). En circunstancias normales el trabajo no era continuado, sino intermitente, siguiendo un determinado ciclo de labores (...)
[Iniciada la Revolución industrial] muchedumbres de niños se levantaban de madrugada, entraban en las fábricas y aquí permanecían hasta las siete o las ocho de la noche. Consiguientemente, en la últimas horas los niños necesariamente tenían que llorar o dormirse de pie, con las manos despellejadas del frote con la hilaza, mientras que sus padres les daban pescozones para mantenerlos despiertos y los encargados patrullaban sin descanso con la correa en la mano (...)

Edward Palmer Thompson: “La formación de la clase obrera en Inglaterra” (1962)

Fotografía de Lewis Hine

lunes, 23 de septiembre de 2013

¿Qué debe saber un niño de cuatro años?

Hace poco, en un foro sobre la educación de los hijos, leí una entrada de una madre preocupada porque sus hijos, de cuatro años y año y medio, no sabían lo suficiente. "¿Qué debe saber un niño de cuatro años?", preguntaba.
Las respuestas que leí no solo me entristecieron sino que me irritaron. Una madre indicaba una lista de todas las cosas que sabía su hijo. Contar hasta 100, los planetas, escribir su nombre y apellido, y así sucesivamente. Otras presumían de que sus hijos sabían muchas más cosas, incluso los de tres años. Algunas incluían enlaces a páginas con listas de lo que debe saber un niño a cada edad. Solo unas pocas decían que cada niño se desarrolla a su propio ritmo y que no hay que preocuparse.
Me molestó mucho que la respuesta de esas mujeres a una madre angustiada fuera añadirle más preocupación, con listas de todo lo que sabían hacer sus hijos y los de ella no. Somos una cultura tan competitiva que hasta nuestros niños en edad preescolar se han convertido en trofeos de los que presumir. La infancia no debe ser una carrera.
Por todo ello, he decidido proponer mi lista de lo que debe saber un niño (o una niña) de cuatro años:
  1. Debe saber que la quieren por completo, incondicionalmente y en todo momento
  2. Debe saber que está a salvo y debe saber cómo mantenerse a salvo en lugares públicos, con otra gente y en distintas situaciones. Debe saber que tiene que fiarse de su instinto cuando conozca a alguien y que nunca tiene que hacer algo que no le parezca apropiado, se lo pida quien se lo pida. Debe conocer sus derechos y que su familia siempre le va a apoyar.
  3. Debe saber reír, hacer el tonto, ser gamberro y utilizar su imaginación. Debe saber que nunca pasa nada por pintar el cielo de color naranja o dibujar gatos con seis patas.
  4. Debe saber lo que le gusta y tener la seguridad de que se le va a dejar dedicarse a ello. Si no le apetece nada aprender los números, sus padres tienen que darse cuenta de que ya los aprenderá, casi sin querer, y dejar que en cambio se dedique a las naves espaciales, los dinosaurios, a dibujar o a jugar en el barro.
  5. Debe saber que el mundo es mágico y ella también. Debe saber que es fantástica, lista, creativa, compasiva y maravillosa. Debe saber que pasar el día al aire libre haciendo collares de flores, pasteles de barro y casitas de cuentos de hadas es tan importante como practicar la fonética. Mejor dicho, mucho más.
Pero más importante es lo que deben saber los padres:
  1. Que cada niño aprende a andar, hablar, leer y hacer cálculos a su propio ritmo, y que eso no influye en absoluto en cómo de bien ande, hable, lea o haga cálculos después.
  2. Que el factor que más influye en el buen rendimiento académico y las buenas notas en el futuro es que leer a los niños de pequeños. No las fichas, ni los manuales, ni las guarderías elegantes, ni los juguetes y ordenadores más rutilantes, sino que mamá o papá dediquen un rato cada día o cada noche (o ambos) a sentarse a leerles buenos libros.
  3. Que ser el niño más listo o más estudioso de la clase nunca ha significado ser el más feliz. Estamos tan obsesionados por tratar de dar a nuestros hijos todas las "ventajas" que lo que les estamos dando son unas vidas tan pluriempleadas y llenas de tensión como las nuestras. Una de las mejores cosas que podemos ofrecer a nuestros hijos es una niñez sencilla y despreocupada.
  4. Que nuestros niños merecen vivir rodeados de libros, naturaleza, utensilios artísticos y la libertad para explorarlos. La mayoría de nosotros podríamos deshacernos del 90% de los juguetes de nuestros hijos y no los echarían de menos, pero algunos son importantes: juguetes como los LEGO y las construcciones, juguetes creativos como los materiales artísticos de todo tipo (buenos), los instrumentos musicales (tanto clásicos como multiculturales), disfraces, y libros y más libros (cosas, por cierto, que muchas veces se pueden conseguir muy baratas en tiendas de segunda mano). Necesitan libertad para explorar con estas y otras cosas, para jugar con montoncitos de alubias secas en el taburete (supervisados, por supuesto), amasar pan y ponerlo todo perdido, usar pintura, plastilina y purpurina en la mesa de la cocina mientras hacemos la cena aunque lo salpiquen todo, tener un rincón en el jardín en que puedan arrancar la hierba y hacer un cajón de barro.
  5. Que nuestros hijos necesitan tenernos más. Hemos aprendido tan bien eso de que necesitamos cuidar de nosotros mismos que algunos lo usamos como excusa para que otros cuiden de nuestros hijos. Claro que todos necesitamos tiempo para un baño tranquilo, ver a los amigos, un rato para despejar la cabeza y, de vez en cuando, algo de vida aparte de los hijos. Pero vivimos en una época en la que las revistas para padres recomiendan que tratemos de dedicar 10 minutos diarios a cada hijo y prever un sábado al mes dedicado a la familia. ¡Qué horror! Nuestros hijos necesitan la Nintendo, los ordenadores, las actividades extraescolares, las clases de ballet, los grupos organizados para jugar y los entrenamientos de fútbol mucho menos de lo que nos necesitan a NOSOTROS. Necesitan a unos padres que se sienten a escuchar su relato de lo que han hecho durante el día, unas madres que se sienten a hacer manualidades con ellos, padres y madres que les lean cuentos y hagan tonterías con ellos. Necesitan que demos paseos con ellos en las noches de primavera sin importarnos que el pequeñajo vaya a 150 metros por hora. Tienen derecho a ayudarnos a hacer la cena aunque tardemos el doble y trabajemos el doble. Tienen derecho a saber que para nosotros son una prioridad y que nos encanta verdaderamente estar con ellos.
Y volviendo a esas listas de lo que saben los niños de cuatro años...
Sé que es natural comparar a nuestros hijos con otros niños y querer asegurarnos de que estamos haciendo todo lo posible por ellos. He aquí una lista de lo que se suele enseñar a los niños de esa edad y lo que deberían saber al acabar cada curso escolar, a partir del preescolar.
Como nosotros estamos educando a nuestros hijos en casa, yo suelo imprimir esas listas para comprobar si hay algo que falte de forma llamativa en lo que están aprendiendo. Hasta ahora no ha sucedido, pero a veces obtengo ideas sobre posibles temas para juegos o libros que sacar de la biblioteca pública. Tanto si los niños van al colegio como si no, las listas pueden ser útiles para ver lo que otros están aprendiendo, y pueden ayudar a tranquilizarnos sabiendo que van muy bien.
Si existen aspectos en los que parece que un niño está por detrás, hay que darse cuenta que eso no indica ningún fracaso, ni del niño ni de sus padres. Simplemente, es una laguna. Los niños aprenden lo que tienen alrededor, y la idea de que todos deben saber esas 15 cosas a una edad concreta es una tontería. Aun así, si queremos que las aprenda, lo que tenemos que hacer es introducirlas en la vida normal, jugar con ellas, y las absorberá de manera natural. Si contamos hasta 60 cuando estamos haciendo la masa de un bizcocho, aprenderá a contar. Podemos sacar de la biblioteca libros divertidos sobre el espacio o el abecedario. Experimentar con todo, desde la nieve hasta los colores de los alimentos. Todo irá entrando con más naturalidad, más diversión y muchas menos presiones.
Sin embargo, mi consejo favorito sobre los niños pequeños es el que aparece en esta página. 
¿Qué necesita un niño de cuatro años?

Mucho menos de lo que pensamos, y mucho más.

jueves, 19 de septiembre de 2013

El cerebro de los niños con poco amor es más pequeño de lo normal...

La falta de afecto hacia los niños no sólo tienen efectos negativos en su componente emocional; también físicos. Y es que un estudio reciente ha revelado que el cerebro de los niños pequeños que han sido más descuidados por sus madres es más pequeño que el de aquellos que han recibido tratos normales.

El estudio, llevado a cabo por psiquiatras infantiles y neurocientíficos de la Washington University School of Medicine en Saint Louis, ha sido publicado en la revista PNAS, y recogido por el Sunday Telegraph.
Los análisis se basan en una imagen con dos cerebros, el de la izquierda más grande que el de la derecha. El de la izquierda es más grande y tiene menos manchas y zonas oscuras que el de la derecha. Se trata del cerebro de un niño de 3 años que ha recibido unos cuidados normales de su madre y que es constantemente receptiva a las necesidades y estímulos de su niño.

El niño con el cerebro más pequeño había sido víctima de negligencias graves y abusos. Este cerebro, además, carece de áreas fundamentales que sí están presentes en el cerebro de la izquierda.
El niño con el cerebro más grande será más inteligente y tendrá mayores habilidades sociales, además de mayor empatía. Por el contrario, el niño con el cerebro más pequeño será más proclive a convertirse en adicto a las drogas, a participar en crímenes violentos y a estar desempleado. Asimismo, también será propenso a desarrollar enfermedades mentales.

El estudio encontró que los niños cuyas madres les han atendido correctamente durante sus primers años de vida tienen un cerebro con un hipocampo más grande, lo que es clave para el aprendizaje, la memoria y la respuesta al estrés.



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martes, 17 de septiembre de 2013

La educación basada en premios y castigos: un obstáculo para el desarrollo de la autorregulación... por Mónica Serrano.

Falsas creencias sobre la crianza y el desarrollo infantil...

En general se tiene una creencia errónea muy arraigada basada en la idea de que los niños, para desarrollarse adecuadamente, necesitan una instrucción (dirigida e, incluso autoritaria) muy intensa por parte del adulto.
Esta creencia forma parte de la cultura adultocentrista que caracteriza a la sociedad occidental y que infravalora las capacidades naturales de los niños. Se interactúa con los niños desde la firme creencia de que el adulto, por tener las capacidades más desarrolladas que el niño, tiene derechos por encima de él.
Se cree, también, que el carácter innato y la forma de actuar de los niños deben ser moldeados a gusto del educador mediante técnicas de modificación de conducta (basadas en premios y castigos) que no tienen en consideración los aspectos emocionales de la persona.
Asimismo, se desconoce, en general, las características del desarrollo evolutivo de los niños, lo cual genera ideas equivocadas sobre las necesidades de éstos y sobre la manera de favorecer el buen desarrollo de los mismos.
Sin embargo, la realidad es muy diferente. Los niños nacen provistos de grandes capacidades que impulsan su desarrollo si se les permite.
No necesitan una instrucción autoritaria e inflexible por parte del adulto para crecer y desarrollarse. Por el contrario, necesitan una figura de apego que les otorgue seguridad y confianza y les acompañe emocionalmente en su desarrollo, sirviéndoles de protección, guía y referente.
Más aún, para un desarrollo adecuado del niño, el adulto debe comprender y dar respuesta a sus necesidades físicas y emocionales, respetando el carácter natural del niño y su ritmo de desarrollo.

La educación basada en premios y castigos: un obstáculo para el desarrollo de la autorregulación...

Cuando se cría a un niño basando su educación en premiar las acciones que el adulto considera adecuadas y en castigar las que considera inadecuadas, se está impidiendo de manera absoluta la capacidad de autorregulación del niño.
La autorregulación se define como la capacidad de las personas de modificar sus comportamientos y actitudes en función de las propias necesidades y de las demandas de situaciones específicas.
Así, trata de un mecanismo de adaptación al medio social altamente sensible a las influencias ambientales, por lo que los padres tienen un papel esencial sobre el desarrollo de esta capacidad durante la infancia.
La autorregulación permite al niño desarrollar la capacidad de tomar decisiones, hacer elecciones, confiar en sí mismo y ser asertivo.
Cuando se basa la educación en premios y castigos se está vinculando fuertemente la actividad (física y emocional) del niño a condicionantes externos. De este modo, el niño interioriza que su acción ha de estar regulada por la intervención de agentes diferentes de sí mismo.
Así, el niño adopta un papel pasivo en la toma de decisión, la elección, el control de sus propios procesos y de la regulación de sus necesidades, depositando la gestión de las distintas áreas de su desarrollo en manos del adulto.
Además, se orienta la acción del niño a la consecución de un objetivo (premio) o a la evitación de un resultado indeseable (castigo).
Sin embargo, la eficacia de los premios y castigos sobre el comportamiento del niño no es permanente. A medida que el niño crece, pierde el interés en los premios y el miedo a los castigos.
Para mantener la eficacia de los mismos, los premios deberían ser cada vez más atractivos y los castigos más aversivos. Sin embargo, siempre llega un momento en el que este incremento del atractivo o la aversión se torna inviable y los premios y castigos pierden su eficacia como modificadores de la conducta.

Otorgando a otros el poder sobre la vida del niño...

Por otra parte, cuando un niño aprende a actuar en función de condicionantes externos, pierde la posibilidad de desarrollar habilidades personales y sociales propias que le permitan desenvolverse adecuadamente en su día a día.
Desprovisto de estas habilidades (confianza en sí mismo, asertividad, capacidad de autocontrol y de toma de decisiones autogestionadas…), el niño siempre necesitará un condicionante externo.
Cuando este condicionante es impuesto por los padres, son éstos quienes tienen el control sobre su hijo pero ¿qué sucede en situaciones en las que los padres están ausentes? ¿quién toma ese control sobre el niño?
En estos casos, el niño queda expuesto al control de otras personas (maestros, compañeros, cuidadores…). Ante la incapacidad de autorregulación, el niño puede ser controlado por todo tipo de personas, con el peligro que esto conlleva para sí.
Con esto, quería ofrecerte un enfoque basado en la necesidad de autorregulación para justificar lo inadecuado de la educación basada en premios y castigos.
Espero que mi respuesta te haya aportado más luz a una decisión adecuada que ya habías tomado.

Mónica Serrano, blog psicología infantil y crianza con  apego...