viernes, 29 de junio de 2012

#desmontandoaEstivill.



Voy a dejar una serie de links, en contra del método "nazi" de Estivill...














creo que te han pillado Estivill...

Estimado Señor Estivill:
Soy el feliz padre de un -espero- feliz hijo de tres años y medio. Quiero plantearle la siguiente situación, buscando alguna explicación a lo que nos sucede.
Debo decir, en honor a la verdad, que todo mi conocimiento de su método [*] viene de conversaciones, documentales, artículos y fragmentos leídos. No he leído su libro, así que, si estoy equivocado con respecto a lo que creo de su método, será bienvenida su aclaración.
Hace ya unos años, cuando ser padre aún lo veía lejano, unos buenos amigos nos hablaron de su método. Y me pareció completamente razonable y efectivo; una forma rápida de acostumbrar al niño, de evitarle sufrimientos futuros y de ayudarle a dormir solo.
Pasó el tiempo y entramos en esa bonita época en la que lo de ser padre ya no se ve tan lejano. Y otros buenos amigos nos hablaron de otro tipo de crianza. Tras escuchar atentamente, recuerdo que sólo puse una pega: “todo eso me parece estupendo, realmente estupendo. Pero ¿eso de dormir con el niño? No lo veo demasiado bien”. Pero claro, me preguntaron que por qué. Y no encontré ningún argumento válido. Seguimos leyendo, seguimos pensando, y pronto el colecho nos pareció la opción más natural y amorosa de todas las posibles.
Y nos quedamos embarazados. Mi mujer decidió pasar el embarazo al lado de nuestro bebé. Efectivamente, el bebé podría acostumbrarse a su contacto, a su presencia, a ver atendidas de forma inmediata todas sus necesidades. Pero pasar por una extirpación e implantación de útero varias veces al día era demasiado incómodo. Es posible que estuviéramos malacostumbrando a nuestro hijo, pero decidimos asumir el riesgo.
Y nació nuestro hijo. Nos pusieron una cunita en el hospital, pero mi mujer decidió que el bebé dormiría con ella en su cama, pese a que solamente tenía unas horas. Sí, como supondrá, algunas personas nos decían que actuábamos mal, que estábamos malacostumbrando a nuestro hijo, pero decidimos que era mejor así.
Y más tarde, ya en casa, nos pareció muy buena idea seguir durmiendo juntos. Y así lo hicimos. Recuerdo la bonita escena de nuestro hijo al pecho de su mamá… y ambos durmiendo. Sí, quizá podíamos estar malacostumbrándolo, pero se nos hacía muy difícil y antinatural cualquier otra opción.
Llegó un momento en el que tres personas en el espacio de una cama de matrimonio hacía un poco complicado descansar bien, así que decidimos acoplar la cuna a la cama, construyendo una macrocama. Y ahí estuvimos durmiendo los tres durante casi tres años. Era la habitación de los tres, sin duda. Y estaba decorada (con un bonito paisaje creado por la abuela Pili) para ser no solamente la habitación de los papás, sino la habitación de los tres. Posiblemente esto sea un malacostumbramiento terrible, pero nos pareció adecuado hacerlo así.
A partir de los dos años y medio, nuestro hijo empezó a dar señales de que aquello de dormir con nosotros no iba a ser para siempre. Eran señales como decirle a su mamá, cuando le va a acompañar para dormir, “mamá, vete”. O del tipo de ver una cama en otra habitación y querer quedarse. O de ir a un hotel y preguntar por su cama.
Y con un poquito más de tres años, una noche nos dijo que quería dormir en “la habitación pequeña”. Era ya de noche, y no teníamos nada preparado (ni la cama ni, sobre todo, nuestro corazón), y le dijimos que “mañana lo preparamos”. Y claro, lo preparamos. Y llegó la noche. Y pidió irse a “la habitación pequeña”. Y no se crea usted que nos llamó primero cada cinco minutos, luego cada diez, etc. Nada. En toda la noche no lo oímos.
A la noche siguiente, cuando se iba a acostar, le preguntamos dónde quería dormir. Y volvió a querer “la habitación pequeña”. Y durante varias noches le seguimos preguntando. Hasta que un día me dijo: “Papá: donde pone Dani. DA-NI” (unos días atrás había decidido poner allí las letras de su nombre). Y ya no le preguntamos más.
Ya no es “la habitación pequeña”. Es la habitación de Dani. Aunque, desde luego, siempre tendrá nuestra habitación a su disposición. Siempre que él quiera, claro. Por ahora (y ya va casi medio año) no ha querido.
Y lo que le quiero plantear, Sr. Estivill, es por qué, habiéndolo malacostumbrado a conciencia, día tras día durante más de tres años, ahora se ha querido ir a otra habitación. ¿Por qué? ¿No se supone que le hemos creado una dependencia, que debería seguir queriendo dormir con nosotros durante mucho tiempo? ¡Con lo maravilloso que es disfrutar de su respiración, de su olor, de su calor!
Sr. Estivill, creo que le he pillado :) Con la cara de bueno que usted tiene, no puede ser una mala persona. Usted ha difundido este método para que los niños no quieran irse nunca de la habitación de los padres, ¿verdad?

El Método Estivill sufrido en propia carne: el punto de vista del niño. Por Ramón Soler

"El famoso doctor Estivill no ha inventado nada y sus técnicas restrictivas de adiestramiento llevan aplicándose desde hace muchísimo tiempo.
Mi intención con esta entrada es darle voz a los que todavía no pueden hablar y a los que, aun sabiendo hablar, no son escuchados. De una vez por todas, tenemos que ser conscientes de las verdaderas consecuencias que tiene física, emocional y psicológicamente, el dejar a un niño llorando solo en su cuna. A todos los que defienden estos métodos, alegando que el niño se duerme y no le sucede nada, yo les digo que SI que pasa. La sensación de soledad, de desamparo, de que nadie se preocupa por ti y de que, aunque llores, no va a servir de nada y, sobre todo, el sometimiento y el terminar replegándose sobre uno mismo para poder economizar fuerzas y poder sobrevivir, dejará una profunda huella en la personalidad de ese niño. Cuando sea un adulto inseguro, carente de empatía, sumiso frente a sus superiores, pero implacable con los más indefensos, cuando no se defienda aunque le estén exprimiendo porque piense que no sirve de nada y que es mejor quedarse como está, lo único que estará haciendo, será repetir inconscientemente todo lo que aprendió cuando le dejaban solo en la cuna."

miércoles, 27 de junio de 2012

CÓMO ME SENTIRÍA SI ME LO HICIERAN A MÍ? por Berna Iskandar

Una muy buena reflexión sobre la falta de empatía de los adultos frente a los niños, obligándoles a "hacer cosas porque si" cuando nosotros mismo no las haríamos...

"...Pocos días después, Vilma llegó riendo con el cuento de que le había abierto una lata de guisantes a su novio, quien detesta este alimento, y le ordenó: "aquí tienes, ahora cómetelos". El novio se extrañó por la actitud y le respondió: "¿qué te pasa?, tú sabes perfectamente que detesto tanto los guisantes, que si me los comiera podría vomitarlos". Pero mi amiga insistió en tono aún más autoritario, y su novio se volvió a negar aún más extrañado por la reacción de otro adulto, a la que no le encontraba ni pies, ni cabeza, ni lógica alguna. Entonces mi amiga Vilma le dijo: "Ah, ¿serías capaz de vomitarlos?, entonces ahora sabes cómo se siente tu sobrinita cuando la obligan a comerse lo que no le gusta y además en raciones que proporcionalmente para un adulto equivaldrían, no a un plato, sino a una olla entera de comida".

Aquí queda el link al artículo completo...

viernes, 8 de junio de 2012

Desmontando a Estivill por Ibone Olza

"Como psiquiatra infantil y como madre el Duérmete niño me parecía una apología del maltrato infantil, y así lo he repetido numerosas veces. No digo yo que establecer ciertas rutinas no pueda ser beneficioso en ocasiones, pero la parte final de esa rutina que propone Estivill supone desatender el llanto de los bebés, dejándolos llorar solos en su cuna y habitación,  una barbaridad que se paga muy cara. En mi consulta he pasado años intentando arreglar los desaguisados y estropicios que el librito ha producido a tantísimos niños y niñas así como a sus  familias. Demasiadas veces deseé para mis adentros que Estivill no pudiera dormir, que escuchara durante noches el llanto de todos esos bebés a los que hizo llorar sin posibilidad de consuelo. Bebés que tal vez se sentían solos, o tal vez tenían otitis, o tal vez estaban siendo maltratados en la guardería, o tal vez… A saber la infinidad de razones por las que puede llorar un bebé en medio de la noche."

"Para empezar la Academia Americana de Pediatría recomienda dormir en la misma habitación que el bebé  (se puede leer aquí). Desaconseja compartir la cama, pero aclara que esto lo señalan sobre todo para madres y padres fumadores, que consumen alcohol o que duermen en camas de agua, costumbre afortunadamente no extendida en nuestro país. Eso sí es sentido común.  Para seguir, esto que dice de que las opiniones contrarias no las encontramos en el mundo científico es absolutamente falso. Lo que no encontramos a día de hoy es ni un sólo experto en neurociencia que recomiende dejar llorar solo a un bebé. ¿Dónde hará Estivill sus búsquedas científicas?
Mi hobby particular es la neurobiología del apego. Y en este campo, fascinante, ha habido unos avances inmensos en la última década."
No puedo estar mas de acuerdo, os invito a los que sois padres a leer este artículo, en su totalidad, con el que creo que podeis, por lo menos, resolver muchas dudas que tengais.


Aquí dejo el enlace al excelente artículo, a mi juicio, y espero que al vuetro, sobre las aberraciones del método Estivill y las consecuencias en los bebés:

viernes, 1 de junio de 2012

El colecho reactivo, la nueva sandez del amigo de Estivill. Por Ramón Soler

"El sueño es un proceso natural, progresivo y madurativo con el que todos nos familiarizamos desde nuestra etapa uterina. En sus libros, Carlos González, ha demostrado cómo los bebés y los niños pequeños, por motivos fisiológicos, emocionales y psicológicos, necesitan estar junto a sus padres (principalmente, junto a su madre) durante la noche para mamar, sentirse seguros y poder adquirir progresivamente y de forma sana el hábito de dormir un sueño más o menos largo y reparador. He escrito la expresión “más o menos largo” porque todas las personas, incluidos los adultos, tenemos microdespertares nocturnos aunque no nos acordemos de ellos. Así pues, ningún ser humano duerme toda la noche de un tirón, por más que algunos pediatras, psicólogos y supuestos expertos en sueño intenten hacer ver que eso es verosímil. Y menos probable aún es el hecho de que bebés y niños pequeños duerman toda la noche seguida, pues en ellos, los microdespertares, además de para alimentarse, se producen como mecanismo de defensa para cerciorarse de que están fuera de peligro. Resulta obvio que sin Mamá, Papá o cualquier adulto cerca, ese microdespertar, se acaba convirtiendo en despertar y llanto de alerta. Sería algo así como, “Mamá ven que estoy solo y un depredador puede acabar conmigo mientras duermo. Mamá, ven conmigo y cuídame mientras duermo”. Si Mamá no está cerca, si estoy solo y a merced de los peligros, desde luego, me costará adquirir un hábito saludable del sueño pues mi instinto de supervivencia es más fuerte que el cansancio. “Duermo alerta, me despierto más veces y mi sueño es más ligero que el de otros niños porque tengo miedo”."

 "El bebé no llora por capricho, lo hace  porque está implorando que le sean cubiertas unas necesidades fisiológicas y emocionales básicas legítimas y naturales. El bebé humano, al nacer, es un cachorro indefenso, físicamente incapaz de valerse por sí mismo. El bebé, depende por completo de sus padres para sobrevivir y como consecuencia de esta debilidad física, si no es arropado y protegido, se siente en verdadero peligro de muerte. El bebé sabe que su supervivencia depende de la presencia de sus padres y llorará para reclamar su presencia si se siente solo. Un bebé no llora para manipular ni para doblegar a sus padres, lo hace porque siente verdadero pánico cuando se da cuenta de que no hay nadie junto a él para protegerle."


Entrevista completa en este link...